Los viajeros de lujo o de experiencias se plantearon agendas ambiciosas para el 2025, pues planean hacer ocho travesías de placer en promedio, de las cuales tres serían a destinos internacionales. De hecho, ya el 90 % de ellos tiene planeado visitar al menos una ciudad fuera de su país de residencia este año.

 Su propósito no es solo expandir sus fronteras, sino también el presupuesto de gasto, que sería mayor al del 2024, de acuerdo con el 55 % de los viajeros de experiencias (61 % en el caso de millennials y centennials).

Concentrarán la mayor parte de su presupuesto (44 %) en hoteles y alojamientos, de los que esperan atributos puntuales que añadan valor al viaje (89 %). Por ejemplo, el 47 % quiere que el establecimiento ofrezca historia icónica del lugar; el 37 %, que le evite toparse con multitudes, y el 29 %, que brinde aventuras en el exterior.

Este viajero tiene bastante claro lo que quiere y cómo y cuándo lo quiere, está dispuesto a pagar por ello y busca actividades únicas, servicios personalizados y momentos que los acompañen para siempre, enmarcados en cinco tendencias:

La fatiga de lo igual

Si hay algo que impacta de forma negativa en las elecciones de los viajeros de experiencias es la estandarización; el 68 % indica que los servicios y establecimientos se han enfocado tanto en ser instagrameables que todos parecen ser iguales hoy en día. Su incomodidad es tal que el 72 % afirma que no pagaría por alojamientos de lujo que se vean como el resto.

Además de este efecto de copiar-pegar que las redes sociales han impreso sobre el sector (de acuerdo con estos viajeros), el 77 % señala un problema más profundo: los algoritmos de dichas plataformas no entienden sus demandas específicas.

Así, para llegar a los viajeros de experiencias, las empresas del sector deben entender que hoy el lujo no es lo mismo que antes, ahora se mide por tiempos, distribución e incluso por sensaciones. Además, tienen a bien saber que el pretender ser de lujo puede ser perjudicial, pues el 83 % de estos viajeros indica que puede identificar de inmediato cuando algo está hecho para atraer a las masas en lugar de para ofrecer experiencias auténticas.

Momentos eternos

Al visitar destinos, el 61 % de viajeros de experiencias quiere disfrutar de actividades raras, inolvidables, que puedan catalogar más tarde como “de una sola vez en la vida”. Además, el 58 % espera actividades o servicios privados o ultraexclusivos, pero también que el viaje les ofrezca auténtica inmersión en la comunidad local (48 %).

Si bien esperan sentirse parte del destino, también quieren contar con algunas facilidades de casa. Dicha familiaridad no implica rutinas, sino el acceso a experiencias personalizadas que los hagan sentir parte de “una red de contactos”.

De hecho, el 85 % piensa que los momentos de viaje más memorables llegan gracias a las conexiones personales y los contactos privados. Por ello, las empresas podrían construir una atmósfera a su alrededor que los haga sentir parte de un círculo selecto.

Ambiente y cultura local

Para el 92 % de estos viajeros, las mejores experiencias de lujo parecen naturales, carentes de esfuerzo, porque están detalladamente diseñadas para eso; en ello, el ambiente del lugar es clave. Por ejemplo, en los alojamientos, el 80 % considera que el diseño, la música y otros elementos sensoriales pueden elevar su estancia tanto como la calidad del servicio.

La cultura local también es parte importante de un ambiente de lujo. El 89 % indica querer ver más del encanto tradicional del destino en los hoteles internacionales; su impacto puede ser tal que tiende a inclinar la balanza cuando se trata de elegir alojamiento (51 %).

Los establecimientos de hospedaje, pero también empresas que ofrezcan otros servicios de viaje, pueden optar por implementar enfoques innovadores de lujo que beneficien al destino (orientados a la protección de los ecosistemas locales), contribuir de manera directa en la preservación de la herencia del lugar o intervenir en la preservación cultural.

Historia con lujo

La historia, la herencia y la memoria juegan un papel muy importante para los viajeros de experiencias, entre los que el 95 % quiere que se integren en sus travesías, ya sea a modo de participación en momentos culturales y tradicionales (37 %), al vivir los destinos justo como han sido por siglos (33 %) o incluso al colaborar con la preservación y el cuidado del legado cultural.

También esperan una integración histórica en los servicios. Por ejemplo, el 74 % se quedaría en un lugar con significado patrimonial; el 63 % prefiere espacios que han sido preservados, pero que cuentan con conveniencias modernas, y el 59 % anhela probar recetas históricas preparadas con ingredientes locales.

Su búsqueda por historia también implica crear la propia; por ello, el 72 % planea realizar al menos un viaje multigeneracional en los próximos meses. Su propósito es crear memorias que puedan compartir en familia (63 %), construir tradiciones entre sus miembros (43 %) y enseñar a las generaciones más jóvenes acerca de su herencia familiar (22 %).

Fidelidad como respaldo

Los programas de fidelización son una parte inseparable de las travesías de estos viajeros y pieza clave del conjunto de “trucos” que usan para acceder a servicios y lugares de lujo sin exceder sus presupuestos.

Al planear sus visitas a destinos, el 46 % obtiene upgrades gracias a sus puntos de fidelidad, un 38 % reserva a través de los programas a los que pertenece para acceder a beneficios prémium y un 32 % utiliza aquellos que ofrecen ofertas de último minuto para servicios de lujo.

La forma en que los viajeros de experiencias recorren el mundo está sumamente marcada por una búsqueda constante de autenticidad, comodidad y significado. En un contexto en el que abunda lo estandarizado, las empresas del sector tienen la oportunidad —y el reto— de responder con propuestas memorables, donde cada detalle esté pensado para quienes quieren hacer del viaje una historia propia.  

Fuente: The luxury travel report 2025 – Preferred Hotels & Resorts (mayo 2025)